Estimado Señor
Esta mañana tras la ducha y las noticias he hecho dos cosas, la primera quitarme el albornoz y mirarme en el espejo y la segunda ir a buscar mi Documento Nacional de Identidad.
Nunca pensé que esa M (-F) que había tras la palabra Sexo significara Masculino.
Yo, señor mío soy uno de esos entes que usted no considera mujeres porque no ha tenido hijos. Según usted soy algo falso, incompleto, apenas un garabato que no se acerca a lo que debería ser.
Seguro que en su baremo para medir la femineidad ni siquiera me acerco al cero ya que no sólo no soy madre teniendo la posibilidad física de hacerlo, sino que además no quiero serlo.
Creo que ha olvidado que libertad para decidir la maternidad es tanto poder tener hijos si uno lo desea, como que se garantice el derecho a no tenerlos si esa es la voluntad de la mujer sin tener que buscar falsas justificaciones o lo que es peor arriesgar su salud para ejercerlo.
Esa violencia estructural de la que habla no tiene que ver con la despenalización del aborto sino con un nulo control sobre la aplicación de las leyes en las empresas permitiendo que, en la práctica, se siga despidiendo o sometiendo a un mobbing brutal para que abandonen sus puestos de trabajo, a las mujeres que deciden tener hijos.
Soy una mujer, una mujer plena, no le quepa duda alguna.
No se preocupe no voy a desnudarme ante su ministerio para demostrárselo, créame todas las piezas están ahí y no necesito nada más.
Nadie tiene que darme una acreditación de mujer, nadie tiene que certificarlo, no tengo porque ajustarme a los estereotipos de ninguna ideología, no tengo que pasar un banco de pruebas.