fino como un hilo de seda, como la tela de una araña, como el estambre de una amapola, frágil como el cristal, como una pompa de jabon, como la esperanza.
Llovía, hacia fresco, tenía sueño, pero hoy estuve donde debía estar, expresando alto y claro lo que no quiero y lo que pueden hacer con esta reforma laboral que hace que hoy sea mas esclava de lo que era hace un año.
Sé que algunos dirán que salir a la calle no sirve de nada pero por algun sitio hay que empezar. Finalmente la única batalla que se pierde es aquella que se abandona.
El cielo de Dios también tiene oscuridad
Escribo sobre el papel blanco:
a, b, c, d…
Como siembro la escritura
Dios siembra las estrellas
en el cielo nocturno.
¿Por qué temo el espacio blanco?
El espacio divino
desea llenar con luz
la vacuidad absoluta,
pero yo quiero
llenarlo con palabras.
Cuando disperso la escritura
sobre el papel blanco:
uno, dos, tres, cuatro…,
las semillas que caen a la tierra
se convierten en flores, hierbas
y árboles.
Cuando llegue su tiempo,
también volverán al espacio vacío.
En la distancia entre tú y yo,
el lenguaje
desaparece a la luz de la estrella fugaz.
Por tener luz, el cielo de Dios
también tiene tiniebla.
Oh Sae-young El cielo de Dios también tiene oscuridad
Estas cansada de tu viaje, hija? Entonces quítate la ropa, ven a la cama, aqui te cobijaré.
¿Donde pongo mi delantal, abuela?
Arrojalo al fuego mi niña no lo necesitaras mas.
Donde debo poner mi corpiño abuela?
-Tírala al fuego, pues no la vas a necesitar más.
Y la jovencita se quitó la falda, y preguntó:
-Abuela, ¿dónde pongo mi falda?
-Tírala al fuego, pues no la vas a necesitar más.
Y la jovencita se quitó las enaguas, y preguntó:
-Abuela, ¿dónde pongo mis enaguas?
-Tíralas al fuego, pues no las vas a necesitar más.
Y la jovencita se quitó las medias, y preguntó:
-Abuela, ¿dónde pongo mis medias?
-Tíralas al fuego, pues no las vas a necesitar más.
Y la jovencita se quitó la camisa, y preguntó:
-Abuela, ¿dónde pongo mi camisa?
-Tírala al fuego, pues no la vas a necesitar más.
Cuando caminó hacia la cama la niña dijo
Abuela ¡que peluda eres!
El cuento de la abuela (relato oral del S.XVIII)
Es para abrigarte mejor, mi niña.
Hoy alguien me ha sorprendido, un cliente me ha regalado una enorme caja de bombones.
Ha esperado a que todo el mundo se fuera, ha salido un momento y al volver con un gesto medio vergonzoso me ha dicho -Toma.
Así, a quemarropa, sin explicación alguna.
Me he quedado un poco azorada, sin saber donde poner las manos ni muy bien que hacer así que he puesto la sonrisa más encantadora que he podido y he dado las gracias.
No importa el valor del regalo en sí sino quién lo ha hecho, un hombre con el que me esfuerzo mucho cada día que visito, con el que tengo una inmensa paciencia porque entre nosotros no hay ninguna química personal.
A veces las sorpresas pueden ser buenas, hoy quien menos me esperaba me ha endulzado el día.